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  • Foto del escritorYamileth Latorre

El eterno femenino

Actualizado: 8 jul

El tránsito a través de Revelación de los cuerpos femeninos —de la musa Pernelle Marcon y su fotógrafo Mario Colán— resulta inquietante y perturbador. Vocablo ensaya algunas líneas no menos punzocortantes sobre el cuerpo de la muestra.


Escribe: Yamileth Latorre Quintana



El cuerpo como casa, espacio sagrado, refugio. Isla entre islas. Puente hacia lo divino. Pararrayos del tiempo. Materia en transformación, experimentación, observación, peligro. Campo de batalla. Zona de paz. Objeto de culto, exploración, deseo, reprobación, censura. Carnet de identidad. Símbolo. Eterna pregunta. ¿Dónde termina la exposición natural, pudorosa del cuerpo y detona esa sensación vergonzante, cargada de culpa sólo por ser? Tanta historia y todavía nos sonrojamos frente a una Venus de Milo, desnuda, con su blanca palidez y sin brazos. Tanta vida y aún nos escandalizamos ante un cuerpo femenino: asustados de sus contornos luminosos, pliegues (im)perfectos y señas particulares. En Revelación de los cuerpos femeninos encontramos una mirada íntima y a la vez esclarecedora sobre estos asuntos, desde el experimentado lente de Mario Colán que se ha nutrido de la antropología y expresado en el cine documental y la denuncia social y política.


La exhibición fotográfica, organizada en dos niveles y a modo de instalación multisensorial, promete ser un recorrido estremecedor no sólo por la belleza de la anatomía femenina tal y como la conocemos, sino por aquello que la hace vulnerable y erosiona sus formas primigenias hasta tornarlas quizá más hermosas a los ojos de quienes saben ver(se). En efecto, la muestra de Colán, que tiene como musa a Pernelle Marcon, atleta, politóloga y conocedora de la neurociencia, no pretende complacer al espectador, sino confrontarlo con sus prejuicios y convenciones. Así, la obra se irá revelando gradualmente —«con un gotero»—, contando una historia mientras desafía al público a repensar su percepción del cuerpo humano y de lo que considera aceptable o digno de mostrarse, más aún en una mujer.



«Adoro el cuerpo. Porque la carne es honesta y los órganos no mienten», se descubriría el jovencísimo poeta John Keats hacia los inicios del siglo XIX. Y es esa honestidad a la que se acoge el binomio Colán-Marcon con esta propuesta que maduró cinco años antes de posarse frente a los ojos de quienes visitan la Galería del Centro Cultural PUCP. El concepto, la propuesta museográfica y fotográfica han surgido de un proceso reflexivo y diálogos profundos con el veterano curador y científico Jorge Villacorta. La fotografía que se exhibe y que usted verá, hipócrita lector, mi semejante, es de alto contraste y tiene zonas ocultas. Son cuerpos —uno sólo, el de Pernelle— que descansan en claroscuros, sombras, antes de revelarse y rebelarse con nitidez.


Es una experiencia fuerte, ha anunciado Colán, consciente del impacto de su obra provocativa y transgresora. Él ya ha transitado esos senderos vertiginosos con proyectos como De qué color son tus muertos. Esta vez, un halo enigmático corona en todas las piezas de la muestra la idea del eterno femenino: «tienen ese algo misterioso / que daba miedo a Leonardo y a Amiel, / que sólo las minorías entienden, / que hizo a Warhol esposo de su cassette», ya lo diría La Mode en esa canción pop-oculta que da título a este artículo. Gestado en la intimidad, Revelación de los cuerpos femeninos es un golpe en los sentidos que nos interpela sobre la diversidad corporal y la aceptación de la diferencia.

 

 

Lugar: Galería del Centro Cultural PUCP (Av. Camino Real 1075, San Isidro)

Horario: De lunes a domingo, de 10 a. m. a 10 p. m.

Temporada: Del 23 de mayo al 14 de julio

Ingreso: Libre

 

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