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Luz de agosto

Actualizado: 14 ago

Luces y sombras, soledades y melancolías en la nueva muestra de Ricardo Córdova: Habitados/ deshabitados son diez grandes y medianos formatos. Se pueden ver en La Galería de San Isidro.


Escribe: Czar Gutiérrez



Meticuloso control del pincel. Aplicación precisa del pigmento. Delicado sfumato que suaviza los bordes y las transiciones creando atmósferas envolventes y tridimensionales. Múltiples capas de pintura fina para lograr efectos de transparencia y profundidad. Lo hizo Johannes Vermeer, maestro del Siglo de Oro neerlandés. Lo hace Ricardo Córdova, maestro arequipeño que captura la cotidianeidad con una técnica que congela el tiempo.


Especialmente diestro en el manejo de la luz, en esta entrevista Córdova no duda en reconocer aquella influencia. Ni la de Edward Hopper, ese norteamericano que perpetuó la soledad y el aislamiento de la vida moderna. Nótense las pinceladas cuidadosamente estructuradas para crear atmósferas que oscilan entre lo melancólico y lo contemplativo desde una perspectiva angular, casi cinematográfica.


Tiene sesentaitrés años y cincuentaitrés individuales y colectivas, aquí y afuera. Es profesor universitario y filósofo. También es arequipeño y, a diferencia de sus colegas y coterráneos, desde el amanecer de su vida artística hizo que su pincel se desmarcase del sempiterno costumbrismo-paisajismo. Tal vez por eso no duda en disparar grueso contra sus coterráneos: “no existe una escuela de pintura arequipeña”, dice.


¿Cuál es la génesis de Habitados/deshabitados?

Mi anterior muestra en La Galería, fue hace 2 años. Al finalizar una serie viene un periodo de reflexión y de investigación para generar una nueva serie. En este caso, Habitados/deshabitados nace con la idea de incorporar la figura humana en los interiores, algo que siempre estuvo dando vueltas en mi cabeza y se concretó con un cuadro, homenaje a Vermeer, para la feria Pinta PArC en abril de este año. Las series se gestan primero intelectualmente, pero el verdadero resultado se da en el delicado equilibrio cerebro-mano, concepto-técnica, algo que debe primar siempre en el arte, pues a veces se le da mucha importancia a uno o a otro de estos elementos.

 

Has vivido toda tu vida en Arequipa. Además de la luz, ¿hay alguna otra razón para quedarse en un lugar tan eléctrico, por un lado; y tan letárgico y soporífero por otro? (Dato: el preguntante es arequipeño).

Considero que Arequipa es un lugar que me permite desarrollar la creatividad y en donde tengo todas las condiciones para que ese proceso creativo se pueda dar. Sin embargo, no hay mucha oferta cultural por lo que yo siempre me he preocupado por salir y nutrirme de otros lugares, otras culturas, otros aires que, a la larga, es lo que da valor a mi vida tanto profesional como personal.  Hubo también razones familiares y laborales que de alguna manera me ataban a la ciudad como lugar exclusivo de residencia, cosa que hoy día ya no tendría que ser necesariamente así. En cuanto a lo eléctrico, letárgico y soporífero, depende de cada persona. Por eso te comentaba que busco salir cada vez que puedo para no sentirme influido por esas condiciones.

Vermeer captura la luz natural de interiores domésticos con tanta precisión y sutileza que puebla sus escenas con serena intimidad. Hopper instrumentaliza la luz para enfatizar la soledad y el aislamiento introspectivo urbano. ¿Cuál es el aporte de Ricardo Córdova, además de apropiarse explícitamente de sus motivos?

Para empezar, no me apropio explícitamente de los motivos ni de Hopper ni de Vermeer, son un guiño, una referencia coincidente en lo esencial, que es el manejo de la luz. Mis temas salen de mi entorno con su propia arquitectura y luz, pero incorporando elementos y técnicas contemporáneas. En el caso de Hopper, si coincido con la soledad, melancolía e intimidad. Las citas son un lugar común en el arte contemporáneo. Tanto en la música, como en la literatura y las artes visuales, ya que es muy difícil hoy en día ser absolutamente original y auténtico. El asunto está en cómo contextualizas esas citas y les das un espacio en tu propia obra.

 

Ahora son Vermeer y Hopper. Antes lo fueron Staprans, Romiti, Kline y de Kooning. ¿Reconoces alguna tensión ética en ese proceso replicante?

No es un proceso replicante ni tampoco existe tensión ética en mi obra, es una reinterpretación que se inserta en mis propias composiciones. Todas mis creaciones son únicas y tienen una experiencia personal detrás. Creo que con toda la tecnología y la información que se tiene hoy en día, es imposible hacer pasar como propio lo que es de alguien más, sin embargo, también creo que ya no hay nada que no se haya visto antes en algún lugar, es más, considero que mientras más referencias y más instrucción visual tenga un artista, más enriquecida será su obra. Los primeros artistas que mencionas, han sido una constante en toda mi obra por sus coincidencias esenciales. Los otros (artistas abstractos) me sedujeron en un momento determinado, por mi curiosidad hacia el expresionismo abstracto y estuvieron presentes en algunas obras, tanto en ventanas como en puertas de mis interiores. Hoy en día, en algunas obras, estoy recreando el expresionismo abstracto dentro de mis arquitecturas interiores con creaciones propias.


La apropiación se sitúa en esa delgada línea que separa la copia, el homenaje y el plagio. Lo tuyo se presenta como un diálogo intertextual que explora, reinterpreta y recontextualiza obras anteriores. ¿Qué capas de significado incorporas en tu defensa?

Si entendemos copia o plagio como el tratar de apropiarse de algo que le pertenece a alguien más, entonces no estamos hablando de mi obra en absoluto, porque siempre yo menciono de qué artista se trata, que además son muy conocidos. Generalmente son artistas a los que yo admiro mucho y de los cuales he aprendido bastante. Todo esto siempre va acompañado de mi aporte personal, ya que dejan su lugar y su tiempo para reinsertarse en nuevas imágenes que corresponden a otro tiempo y lugar, y por lo tanto, tienen otro significado.

 

La luz no solo ilumina, también actúa como un narrador silencioso guiando al espectador sobre la historia visual. Manipular la luz permite desafiar las nociones tradicionales de espacio, creando ilusiones ópticas o enfatizando bidimensionalidades. O estableciendo atmósferas específicas en la experiencia inmersiva del espectador. ¿Cómo trabajas físicamente estos efectos?

La luz es un fenómeno físico sin la cual los objetos no serían evidentes, por lo tanto, trabajar la luz les da forma y solidez, los ubica en el espacio y permite que el espectador los incorpore a su imaginería visual. A veces, se trata de exagerar el fenómeno lumínico, y otras, atenuarlo. Todo subordinado a la historia que quieras contar.

 

La luz también se estudia en relación con sus fuentes, como las pantallas LED, reflectores de la digitalización planetaria. ¿Cómo manejas las dinámicas visuales que contrastan lo orgánico con lo manufacturado?

En mi caso, yo utilizo exclusivamente luz natural porque se presta más para mi discurso visual, pero estoy abierto a la posibilidad de incorporar en algún momento otras fuentes lumínicas si es que el contenido de mi obra lo requiere. Por ejemplo, hay iluminaciones artificiales en películas o videos musicales que resultan muy interesantes y en algún momento podrían incorporarse.

Las texturas de los elementos dentro de un cuadro son diferentes, efectivamente, de si son orgánicas e inorgánicas, pero eso también está subordinado al discurso que tu quieres dar en la obra.

 

Staprans lleva la herencia del modernismo a sus paisajes contemporáneos; Romiti dialoga con la geometría y el color en un contexto actual; Kline y de Kooning, como pilares del expresionismo abstracto, empujan los límites de la pintura, desafían las convenciones y expanden el lenguaje visual. ¿Cuál es el aporte de Ricardo Córdova, además de homenajear a sus maestros?

Todos los artistas que mencionas fueron incorporados en algunas partes de mi obra hace muchos años de manera más evidente que hoy. Yo no creo que sea el más indicado para decir cuál es mi aporte a la pintura. He tratado de partir de mi entorno, retrabajarlo y proponer una arquitectura visual personal, producto de todas mis experiencias (visuales, manuales e intelectuales), sin caer en el clásico costumbrismo ni la mera representación con la intención de universalizar el discurso y que mi obra sea apreciada por cualquier público. No me he limitado a una sola técnica ni a un solo tema a pesar de que hay elementos transversales en todos mis cuadros (el estudio de la luz, la soledad y melancolía). 


¿Cuál es el estado actual de la pintura arequipeña?

En mi libro sobre la acuarela en los últimos 50 años, menciono que no existe una escuela de pintura arequipeña, sino más bien una tendencia, pues no hay una base teórica ni filosófica que sustente esa tradición. Es más que nada, una coincidencia temática y técnica. Por lo tanto, lo llamado “pintura arequipeña” no es una escuela, sino un limitante geográfico cuyas coincidencias se dan principalmente en el uso de la acuarela como técnica y el paisaje como tema. Es cierto que hay muy buenos acuarelista como Teodoro Núñez Ureta, Vinatea Reynoso, Mauro Castillo o Luis Palao, sin embargo, hoy con la globalización y la facilidad para estar al día con lo que pasa en el mundo, los jóvenes pueden recibir múltiples influencias y expandir sus posibilidades creativas. Creo, finalmente, que esa predilección puede originarse en deficiencias académicas respecto al aprendizaje del dibujo de figura humana y anatomía. Hoy en día, después de muchas décadas batallando con ese discurso monocorde, de parte de varios artistas tales como José Ricketts, Ramiro Pareja, Miguel Espinoza y muchos otros, siento que hay un retroceso porque estamos volviendo a la tradición exclusivamente acuarelista y paisajista que no era el discurso dominante en los años 90. Es justo reconocer que hay muchos jóvenes que valientemente están apostando por una pintura diferente que incorpora la figura como principal motivo, pero lamentablemente, no tienen todo el apoyo que necesitarían, pues de parte de instituciones se financia y apoya mucho los concursos de paisaje de acuarela al aire libre, lo cual no está mal, pero considero que debería ampliarse el espectro para apoyar igualmente otras manifestaciones.

¿A qué maestros históricos arequipeños reconoces?

En principio, a quien fue mi maestro del colegio, Julio César Morales Velarde, que además, fue maestro muy joven de Vinatea Reynoso. A pesar de no haber tenido mucho contacto con pintores en general cuando era joven, me influenciaron posteriormente Miguel Espinoza y Ramiro Pareja, quienes tuvieron residencia europea por varios años. Creo no haber seguido la tradición imperante en la pintura arequipeña durante mi juventud, no recibí mayor influencia de ella. Yo estaba muy interesado en pintores como Rembrandt, Vermeer, Velázquez, Turner, Hopper, Wyeth, etc. Y posteriormente, en pintores más contemporáneos como los expresionistas abstractos y algunos realistas no tan conocidos.

 

Además de la pintura, ¿de qué te alimentas?

Las influencias de un artista pueden venir de muchas fuentes, en mi caso, estas provienen principalmente del cine, de la música, un poco de la literatura y en general de las experiencias de viajes, así como en la parte académica tanto de la maestría en arte como del doctorado en filosofía, que me permitieron enriquecerme en otras disciplinas que no eran necesariamente las de mi carrera. Hoy en día, hay que estar muy atento a lo que sucede en todas las manifestaciones culturales para poder enriquecer tu lenguaje y que esto se manifieste en la obra.

Entre la abstracción y lo figurativo: objetos cotidianos, paisajes y gestualidad en tus figuras humanas. ¿Seguirás pintando así hasta el fin de los días?

El proceso creativo es dinámico, por lo tanto, es difícil predecir con exactitud lo que uno va a pintar en el futuro. Sin embargo, cuando se encuentra un lenguaje personal, esas son las bases sobre las que se construye tu obra. Las formas pueden ir cambiando, pero la esencia creo que se va a mantener.

 

¿Qué significa inaugurar tu muestra número cincuentaitrés?

Cada vez que presento una muestra nueva significa un nuevo reto porque detrás hay un proceso de construcción que implica investigación, tanto intelectual como manual, y el resultado para mi es siempre emocionante, a pesar de los más de 40 años de labor profesional en los que he podido mantenerme vigente. Que mi carrera artística dé frutos es reconfortante, no solo porque es difícil vivir del arte sino también porque me gusta que la gente conecte con lo que hago. 



 

Dirección: Conde de la Monclova 255 - San Isidro.

Inauguración: 14 de agosto, 7 p.m.

Hasta: 7 de setiembre.

Horario: De lunes a viernes de 11 a 7 p.m.; sábados de 3 a 7 p.m.

 


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