Una secuencia de once medianos formatos en acrílico sobre lienzo, dos esculturas modulares de pared en MDF, melamina y metal, además de un díptico de gran formato en acrílico sobre lienzo, componen 11 versiones de un hecho, la treceava individual de Valentino Sibadón en La Galería.
Escribe: Czar Gutiérrez
Si la línea es un viaje hacia la convergencia, en cada ángulo agudo encontrará su punto de inflexión. Allí, en esa confluencia, la geometría se hace más audaz y decidida, la perfección matemática en su máxima expresión. Y, de paso, presenta a la belleza en su forma más elemental: con simplicidad elegancia, orden y equilibrio. La disolución de fronteras entre lo tangible y lo abstracto, Una sinfonía visual de precisión y claridad.
Son esas formas geométricas puras, de líneas rectas y colores primarios en manos del ucraniano ancestral Kazimir Malévich, pionero del suprematismo. Son las horizontales y verticales de los dos cerebros De Stijl —Piet Mondrian y Theo van Doesburg—: geometría rugosa, colores obsesivamente primarios. Son tanto los cuadrados concéntricos de Josef Albers, donde interactúan color y forma, como la reducción geométrica de la naturaleza que edifica Ellsworth Kelly. Habita en la estructura lineal-industrial de Frank Stella. Pervive en la preciosa danza de filo duro en manos de nuestra Mariella Agois.
A quien le sucede, con particular singularidad, Valentino Sibadon (Lima 1984). Egresado de Bellas Artes, desde sus inaugurales muestras en los espacios La Máquina de Miraflores (2008) o en el Yacana de Lima (2009) muchas rectas han tenido que pasar y muchos ángulos que confluir para que llegue a su treceava individual: 11 versiones de un hecho son 11 pinturas de 100 x 100 cm. en negro sobre lienzo crudo. Las esculturas de pared parten del mismo módulo, pero difieren en su ensamble. Hay también un díptico.
En cualquier caso, el universo de posibilidades estéticas y conceptuales trasciende lo visual para resonar universalidad estética. El artista responde desde ese ángulo agudo con precisión casi matemática. Escuchémoslo:
11 versiones de un hecho sugiere una exploración de la multiplicidad de interpretaciones. ¿Y el significante?
La idea parte de ejercicio que inicia con las mismas pautas, pintar 11 cuadros del mismo formato, abstractos de filo duro negro sobre tela. Otra situación constante es el enfrentamiento de versiones, es la verdad oficial contra la verdad — que creo es— verdadera: la hipocresía de la prensa televisada o impresa que niegan situaciones obvias o exageran posiciones, la manera en la que victimarios se esconden como víctimas —lobos con piel de cordero—, las conspiraciones que terminaron siendo reales. Uno intenta cruzar información y encuentra que cada medio tiene una versión oficial de la verdad, que le conviene al editor o sus auspiciadores. La manera de interpretar el proyecto y mi pintura también es la parte que elijo de un interés, esa viene a ser mi versión personal de los hechos. Aprovecho la ocasión para sembrar la idea en el espectador, que considere las múltiples versiones de los hechos y empiece a cruzar información fuera de su zona de confort social.
¿Y qué lugar ocupa el diseño industrial en tus abstractos?
La función del diseño industrial es introducir belleza en un objeto de utilidad cotidiana para atraer al consumidor a elegir ese producto por encima de la competencia. Trabaja con la atracción, una pulsión emocional íntima. La abstracción no figurativa que busca generar ese sentimiento encantador se maneja en los mismos términos. En mis pinturas intento conseguir eso por medio de formas simples concretas, repeticiones como detalles de ventilación, diagonales dinámicas, formas cursivas con referencias a logos, cuadros que se complementan entre sí como sistemas modulares intercambiables.
En un movimiento que detona entre lo moderno y lo ancestral.
Sobre lo moderno o el modernismo, pareciera que cada dos décadas, como generalidad, hay un revival hacia la simplicidad de las formas y la tendencia geométrica. Este modernismo se vio en: Bauhaus, Art Deco, Mid Century, expresionismo abstracto, minimalismo, Op-art, movimiento Memphis, new age y en la estética de los ochentas. Muchas de estas corrientes estéticas del siglo XX también han estado relacionadas con intereses ancestrales, como el hermetismo —gran base de mi trabajo—, las construcciones mágico religiosas, los símbolos que constantemente se repiten por todo el mundo, el ocultismo, la teosofía, la alquimia. Son pilares en la construcción de lenguajes complejos que tienden a la síntesis de las formas. En mi trabajo parto de la educación académica tradicional que pasé, tomando como herramientas los métodos de construcción pictóricos —anatomía, perspectiva, figura y fondo, contrastes complementarios— y agrego las leyes o principios herméticos —ley de correspondencia, causa–efecto, ritmo, vibración, generación— para armar un todo coherente y cómodo intuitivamente.
Con la ciencia ficción como agregado.
Desde niño me atrajo la ciencia ficción, las naves, los robots, las construcciones inmensas, las velocidades, la vastedad del espacio y el tiempo que encontraba en el anime y las películas. Esos diseños me motivaban a dibujar más que a atender la clase. Conforme pasaron los años fui entendiendo que esos diseños e historias se alimentaban del arte, del diseño industrial, y que a su vez también derivaba en retroalimentación, generando objetos cotidianos como carros, ropa, zapatillas o aparatos de sonido que parecen salidos de película, como es el celular actual, un objeto que remite al monolito de 2001: Odisea del espacio. Esta situación de la industria futurista inició mi interés y gusto por el diseño industrial, averiguar quiénes eran los constantes agentes detrás de estos diseños. Un detalle que encuentro en la ciencia ficción —que, a diferencia de la fantasía se basa en la lógica científica y realista— es llegar a ser como una pitonisa del futuro, ya sea por sembrar ideas que otros desarrollan o por ver algo más allá del presente. Este detalle lo veo atemporal, uniendo lo ancestral con el futuro, como si fueran mitos predictivos.
¿Y cómo juega la estática del formato con esa dinámica interior propia del abstracto?
Las piezas de arte y los murales que produzco son, de por sí, objetos estáticos, inertes. He realizado instalaciones con movimiento, pero no es el caso presente. Pero en todas ellas dibujo formas puntiagudas, diagonales, con fugas o secuencias que generan una intención de direccionalidad, cualidades inspiradas en las formas dinámicas de los carros superdeportivos, sus alerones, o en los sintetizadores de los ochenta con acabados triangulares, con diseños y nombres súper exagerados, sumando la lectura izquierda y derecha, o las composiciones abiertas que remiten a una idea de continuación más allá de lo que se muestra en el lienzo.
En el lienzo crudo y en la pintura obsesivamente negra de la instalación principal. ¿Por qué estos elementos específicos, qué significado les atribuyes?
La pintura cargada/peinada sobre tela cruda me sirve para reforzar la idea que los objetos que hago son manufacturados, poniendo en evidencia la materialidad artesanal en contraposición a la imagen de líneas rectas de filo duro calculadas. Esta materialidad exageradamente obvia hace del cuadro un objeto casi escultórico que se sostiene por sí mismo. Si bien he manejado la constante de la imagen sobre el fondo plano, este proceder surgió como consecuencia del encierro del 2020 cuando hice una pausa al ritmo cotidiano vertiginoso, cuando me dediqué como hobby a la restauración y retomé las técnicas de pintura tradicional con pincel —antes solía usar principalmente aerosol—, aunque una contante motivante es la exploración de materiales y ver qué sensaciones transmiten a través de sus posibilidades. Mi intención no es representar algo realista que engañe al ojo o llenar el fondo con un escenario distractor, lo que planteo es ser tangible y directo frente al espectador.
Lo cual abona al concepto de modularidad en tus obras y a su influencia en la generación de resultados distintos según su ensamblaje.
La modularidad inició en una exploración personal con los instrumentos y la composición de música electrónica, comprender cómo se conectan entre sí de manera orquestada —el midi y las capas superpuestas en su cadena de efectos— y que la dimensión/soporte de la música es el tiempo progresivo. Esta exploración me dio una clave de si lo pictórico es bidimensional, lo escultórico es tridimensional, la música es unidimensional —se avanza en el tiempo que sucede—. Y quise llevarlo al plano pictórico en el 2022 con la serie Modulo horizontal, con cuadros de colores planos variados de un metro de alto por diversos anchos, que eran como piezas para organizarlas horizontalmente generando diversos grupos complementarios, era como armar un Lego. Progresivamente fui mezclando los cuadros negros con otras piezas y sucedieron nuevas maneras de ensambles, a veces rotándolos como un Dominó. En esta muestra hago una instalación lineal con los cuadros de un metro de altura y dos esculturas, que parten de la misma forma inspirada en los dibujos de los cuadros, Según cómo se ensamblen dan distintos resultados, creo que es una manera de jugar con las piezas.
Haces referencia a la era de la posverdad y cómo los hechos pueden variar según la perspectiva del observador. ¿Cómo reflejas este fenómeno en tu arte y cómo transmites al espectador la interpretación subjetiva de la realidad?
En el caso de esta muestra, parto del ejercicio repetitivo y sus múltiples resultados, también de como un bagaje informativo que reinterpreto constantemente. Veo la abstracción como una metáfora no figurativa de intenciones, informaciones y gustos. Creo que la interpretación subjetiva de la realidad es un ejercicio para ver entrelineas, ya sean guiños o negaciones, es como la verdad oculta frente a la vista de todos —ref. “Universum”, grabado de Flammarion—.
Para terminar, un recuento de tu apabullante serie de influencias pictóricas y de otras artes que reconoces.
Creo que me influyo por todo tipo de experiencias, desde la naturaleza y el macrocosmos hasta lo manufacturado, sean artes clásicas, música, objetos, juguetes, películas, animación —sus narrativas y encuadres—, el diseño industrial aplicado a electrodomésticos, muebles, carros, arquitectura, moda… Todo lo que esté hecho con intención sincera o con ganas de expandir las barreras de lo complaciente son exquisiteces a disfrutar.
Dame nombres.
Klee, Kandinsky, Carmen Herrera, Ellsworth Kelly, Rothko, Eliason Olafur, James, Regina Aprijaskis, Hilma Af Klint, Dan Flavin, Emilio Rodríguez Larraín, Cristina Gálvez, Esnore, El Tono, Mario Auad, Ness is Sans Confirmed, Momo, mucha gente. Directores como Takeshi Kitano, Nicolas Winding Refn, Hideaki Anno, Mamoru Oshii, Krzysztof Kieslowski, Katsuhiro Otomo, Masaaki Yuasa. El diseñador de automóviles Marcelo Gandini. Los diseñadores de electrodomésticos Dieter Rams, Devon Ojas, Hartmut Esslinger (Frog Design). Los diseñadores de ropa Issey Miyake, Yohji Yamamoto y Errolson Hugh. Los diseñadores mecánicos de ciencia ficción Syd Mead, Kazutaka Miyatake y Shoji Kawamori. Los músicos Vangelis, Aphex Twin, Jorge González, Satie, Chopin, Grimes, Frankie Knukles, Phillip Lauer, Squarepusher, Vince Clark, Cielo, Miss Kittin, Federico Moura y Susumu Hirasawa.
La Galería
Conde de la Monclova 255 – San Isidro
Inauguración: miércoles 15 de mayo 7 p.m.
Hasta el 8 de junio.
De lunes a viernes de 11 a 7 p.m. y sábados de 3 a 7 p.m.
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