Deseos voraces
- Vocablo
- 6 abr
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Luna Dannon, Vanessa Karin y Julieta Glasserman exploran el deseo, el cuerpo y la incomodidad desde la autorrepresentación. En sus obras, lo íntimo se vuelve archivo, y el placer, una forma radical de resistencia.
Escribe Macarena Puelles

Hay un brillo inquietante que aparece en las obras de artistas que exploran sus cuerpos. Un rastro único —como un sello— gobierna sus piezas, marcado por el deseo imperioso de deslegitimar las palabras que, durante tanto tiempo, condenaron sus cuerpos. Lo que descubren ahora es que ese ser sexual también existe porque lo llevan dentro desde el primer encuentro con el placer. Y ahora les pertenece por completo. Es un placer terrenal y personal, más suyo que de nadie, nacido de la urgencia por usar su cuerpo. Darle un uso. Llevarlo al abismo e intentar empujarlo. Vemos cuerpos deformes, entregados, expuestos. ¿Qué deseos mórbidos podemos extraer de ahí?
Cada una de las artistas en esta muestra parte de una premisa común: la documentación íntima de sus emociones. Luna Dannon trabaja desde el deseo y el miedo como fuerzas duales que tensionan sus pinturas. Se permite diseccionar su experiencia con precisión quirúrgica, convirtiendo su autoreflejo en un archivo emocional. Vanessa Karin, por su parte, materializa la naturaleza intangible del sexting, transformando el nude digital en objeto artístico. Su obra cuestiona la intimidad en la era de la imagen efímera, resignificándola como residuo permanente. En los paisajes oníricos de Julieta Glasserman, la sexualidad y la angustia se entrelazan: sus obras transmutan fobias y preocupaciones en escenarios de belleza inquietante, donde su propio cuerpo funciona como diario visual de su psique.

Ellas se preguntan si ese cuerpo es realmente suyo para explorar o si es el templo intocable que les dijeron que era. Nace una curiosidad inaudita por conocerlo de forma visceral, por llegar a lo más profundo: ¿por qué no abrirlo y diseccionarlo? Al hacerlo, surge una autorrepresentación lúdica que aborda el deseo desde una mirada persecutoria y especialmente propia. Esa pulsión escópica que nos atraviesa socialmente es ahora tomada por las artistas, quienes la traducen en obras que confrontan y seducen al mismo tiempo.
Leonor Silvestri habla del placer como una trinchera: un lugar donde el deseo no se rinde ni ante la moralidad ni ante las expectativas de liberación. En estas obras, ese placer se deforma, se oculta y se ofrece al espectador como un desafío, no para ser comprendido, sino para ser sentido. El deseo está cortado y atravesado por angustias, evidenciadas aquí como cuerpos que se equivocan ante la mirada ajena. Luna Dannon construye imágenes donde el cuerpo intenta dominarse a sí mismo, en una tensión constante entre lo que lo contiene y lo que lo desborda. Julieta Glasserman presenta el cuerpo como la entrada a un túnel sin fin, habitado por nuestros rencores, conservando la imagen erótica en una dimensión táctil y material. Vanessa Karin nos transporta a un espacio de post-ensoñación, donde el cuerpo se vuelve una criatura mutante que oscila entre lo frágil y lo monstruoso.

Las artistas ofrendan fragmentos de sí mismas como si fueran caramelos o indulgencias efímeras. Por un momento, sus cuerpos abandonan la cotidianidad para exponerse con urgencia en mundos soñados, que oscilan entre lo utópico y lo distópico. Estos espacios parecen prometer aquella liberación de la que tanto se alardea en ciertos discursos feministas que, en su afán emancipador, terminan por replicar nuevas normas sobre el deseo. Sin embargo, las artistas no buscan encajar en una narrativa preestablecida. No ofrecen una solución moralizante ni una reivindicación clara: nos muestran un cuerpo en proceso, en crisis y en juego. Un rito de iniciación hacia nuevos ideales corpóreos. Nos conducen a deformarnos ante el espejo, creando un lugar donde la necesidad de acariciar las carencias se convierte en una forma de autorrepresentación, y la incomodidad, en un modo de contener el deseo.
Galería: Symbiosis Art + Coworking
Dirección: Av. Francisco Bolognesi 132-134, Barranco, Lima.
Inauguración: viernes 07 de marzo
Hasta el 11 de abril
Horario de Atención:
jueves a domingo de 3:30 a 7:30 (favor de tocar el timbre)
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