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War (Guerra)

  • Foto del escritor: Gustavo Buntinx
    Gustavo Buntinx
  • 16 jul
  • 6 Min. de lectura

Actualizado: 24 jul

Una videoapropiación sin consuelo ni humor. War (2007), de José Luis Martinat, desmonta un clásico animado para meditar sobre la posguerra, lo ominoso y la memoria. Un ensayo de Gustavo Buntinx, tristérrimo y actual como la violencia misma.



José Luis Martinat - War (Guerra), 2007. Video / 03:12’

(Intervención de materiales extraídos del episodio Bunker Hill Bunny en la serie animada de Bugs Bunny, 1950)

Colección MICROMUSEO

(“al fondo hay sitio”)


PREVIO


Algún arte sabe ser profético.

Sin proponérselo.

Incluso cuando indaga en el pasado.

O, tal vez,

sobre todo en ese mirar retrospectivo.

Que el tiempo luego revela

clarividente respecto al futuro.

Por lo general desdichado.


Hay cierta tristeza en así comprobarlo.

Pero también, ojalá,

alguna sabiduría.

Como la que deriva

de la contemplación actual

del video War (Guerra),

realizado por José Luis Martinat

hace dieciocho años ya.


Una incisiva reflexión

sobre aquellos tiempos de posguerra,

que en los tiempos actuales

de guerras renovadas y ubicuas

adquiere una relevancia insólita.


Ominosa, perturbadora.


Tristérrima.


Sobre la guerra

(Y sus melancolías)


Reflexionar la historia implica hurgar no solo en sus consecuencias fácticas, sino además en sus huellas emocionales. Y atisbar en algunas manifestaciones culturales el registro sensible de lo también reprimido por aquel devenir. Es el caso de War (Guerra), el breve (poco más de tres minutos) pero incisivo video en el que José Luis Martinat logró darle expresión sentida al penoso síndrome de posguerra (incivil) que recorría a la sociedad peruana en nuestros tránsitos hacia el milenio nuevo.¹


Realizada en 2006, esa obra se ubica en el corazón de un tríptico iniciado tres años antes por otro video con el elocuente título de Jail (Cárcel), y culminado en 2007 por City (Ciudad). La combinación de las tres creaciones, y el uso compartido de una misma técnica, multiplica sus efectos y conceptos de maneras que en otro momento importará explorar con cierto detenimiento. Aquí me detendré tan solo en los valores específicos de la pieza central.


Una pieza axial, que sirvió de punctum a la exposición Post / Facio: melancolías de la violencia. Video peruano: postguerra / trasdictadura. Una revisión histórica concebida por MICROMUSEO y acogida en 2010 por el Centro Cultural Simón I. Patiño, en Santa Cruz, Bolivia, pero reformulada seis años después para el Lugar de la Memoria (LUM), en Lima.


En la primera de aquellas instancias War sirvió como introducción (melo)dramática a la muestra entera, al exhibirse mediante un televisor vetusto. Un soporte deliberadamente anticuado con el que procuramos diferenciar a esa obra entre las altas tecnologías de las demás piezas, proyectadas digitalmente sobre grandes paredes o irradiadas desde pantallas planas de última generación.


El anacronismo así obtenido era acorde con la estética y las referencias del video de Martinat. Una apropiación, en realidad, que mediante recursos de edición digital borra diálogos y personajes de algunas escenas de un episodio clásico en los dibujos animados protagonizados por el mítico Bugs Bunny. Nada menos que Bunker Hill Bunny, producido por la empresa Merrie Melodies en 1950 como transfiguración divertida de la guerra por la independencia de los Estados Unidos. En plena Guerra Fría. O Caliente: el estreno tuvo lugar apenas unas semanas después de la invasión comunista a Corea del Sur.²

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Fotograma titular del episodio Bunker Hill Bunny

en la serie animada de Bugs Bunny

1950



En la trama original el Conejo de la Suerte (así suele llamársele en castellano) asume el papel de un miliciano yanqui, combatiendo con sus habituales triquiñuelas al siempre iracundo Sam Bigotes / Sam Pistolas (Yosemite Sam), que esta vez personifica a los mercenarios alemanes al servicio del imperio británico en las colonias americanas. Vencido y chamuscado en sucesivos embates, el invasor termina por unirse a su archienemigo patriota en una ruta bélica y musical compartida.

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Sam Pistolas y el Conejo de la Suerte

compartiendo una misma marcha musical

en el fotograma final del episodio Bunker Hill Bunny

de la serie animada de Bugs Bunny

1950

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Carátula de la revista Mickey Mouse Magazine, publicada en julio de 1939 (Izq.)

con la reinterpretación cómic del cuadro Spirit of ’76 (Der.),

pintado por Archibald Willard probablemente a fines de 1875

(Óleo sobre tela / 61 x 45 cm

Colección Abbot Hall, Marblehead, Massachusetts)


Una ruta además artística: aquella escena final está inspirada en Spirit of '76, el célebre cuadro realizado por Archibald Willard hacia 1875 para conmemorar el primer centenario de la independencia norteamericana. Pero ese gesto jugaba además con el antecedente de otra apropiación similar publicada once años antes con personajes de Walt Disney en la carátula de la revista Mickey Mouse Magazine.


La trama es aún más compleja, pues desde el momento de su creación la pintura de Willard se volvió conocida sobre todo por las reproducciones impresas que de ella circularon. Pero para nuestros fines resulta de especial interés el giro hilarante y disparatado proporcionado por Bunker Hill Bunny a esa secuencia de intercambios y transfiguraciones entre el imaginario “elevado” y el “popular”.


Una deriva que pareciera revertirse en el video de Martinat, donde cualquier aspecto lúdico desaparece con las figuras y los diálogos eliminados. E incluso el fragor y el humor del combate se desvanecen en “tomas” que, sustraídas de toda acción, privilegian las vistas por lo general estáticas de los trasfondos. Escenarios llevados a un despojado primer plano para revelársenos así como naturalezas muertas. Literalmente, a veces.

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La naturaleza tullida y las fortalezas enfrentadas

en el video War (Guerra)

de José Luis Martinat

2006


A veces literalmente: es un paisaje desolador de árboles tullidos el que predomina en torno a dos fuertes opuestos, formidable el del invasor, precario el patriota. Sobre ellos se elevan sendas banderas con los respectivos lemas “THEY” y “WE” (“ellos”, “nosotros”). El flamear raído de esos estandartes es casi la única agitación del dibujo original que Martinat preserva en su video, donde todo se aquieta. Y se suprimen los gritos, las explosiones, los efectos sonoros, reemplazados todos por el ominoso soplido del viento.


Salvo por el gran estallido final. O por el perturbador chasquido del reguero de pólvora en su inquietante avance hacia los frutales brindados como último refugio al mercenario en fuga. Y ofrecidos como la sola naturaleza viva en el episodio entero. Para ser de inmediato detonada.

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Fotogramas del reguero de pólvora

y el estallido último

en el video War (Guerra)

de José Luis Martinat

2006


Obliterada. A diferencia del corto original, la reelaboración de Martinat no propone alivio cómico o ideológico alguno. Solo una contemplación impávida, acaso melancólica, sobre la insensatez de la guerra.


Y lo ominoso de su inscripción mnemónica. Su transfiguración anímica. Tal vez la manera más fecunda de asumir el efecto sensible de este perturbador video —este video perturbado— sea desde la categoría freudiana de lo Unheimlich: el retorno alterado de algo que nos fue familiar y amable —particularmente en la infancia— pero vuelve a trastornarnos con su inquietante extrañeza.


Un registro ante todo personal, íntimo, pero articulado a procesos más amplios. Con goces y angustias entremezclados. Atención a las primeras y últimas tomas de War: las fortificaciones enfrentadas, la naturaleza devastada. Y un camino para nadie, conducido a la nada, sobre el que se cierra el círculo negro de la pantalla.


O de la historia.


(Chaclacayo, Lima, junio del 2025)

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Fotograma final del video

War (Guerra)

de José Luis Martinat

2006



Notas


*. TRANSPARENCIA: la entera redacción de este ensayo se realizó sin recurrir a frases o composiciones elaboradas mediante la inteligencia artificial.

La responsabilidad total por las ideas así expresadas —y por sus giros de expresión— recae de manera absoluta en la condición humana del autor.

Y en sus fragilidades.


  1. Sobre los conceptos del síndrome de postguerra, nuestra guerra incivil y sus efectos en el arte peruano me he ocupado en varios estudios prolongados. Entre otros, los que sirvieron de base a las exposiciones Emergencia artística (1999), Post / Facio [I] (2010), Post / Facio [II] (2016), Anamnesia (2012), Poéticas del resto [I] (2015), Poéticas del resto [II] (2016), Recuerde el alma dormida (2018). El libro que acompañó a Anamnesia (coeditado por Víctor Vich y mi persona) se encuentra disponible como descarga gratuita en la web de MICROMUSEO.


  1. La Guerra de Corea empezó el 25 de junio de 1950. El lanzamiento de Bunker Hill Bunny se realizó el 23 de septiembre del mismo año. Aquel corto fílmico (07:20’) fue dirigido por Isadore “Friz” Freleng. El guion lleva la firma de Tedd Pierce, y en los créditos de la animación figuran Ken Champin, Gerry Chiniquy, Virgil Ross y Arthur Davis, con la participación adicional de Hawley Pratt y Paul Julian. El arreglo musical estuvo a cargo de Carl Stalling.



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