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Celebración de un viaje

Fusionando mitología y realidad, el pintor murui bora Brus Rubio refleja la riqueza espiritual y natural de su pueblo en Viaje de abundancia. Se expone en la Galería 80 m2. Su curadora le dedica estas palabras.

 

Escribe: Gredna Landolt


Cada una de mis creaciones es un viaje dentro de mi selva interior, aquel camino que mis abuelos conocieron y que tal vez ya no podremos conocer: los secretos de las canciones Kai Rua. Ahora canto con mis obras.

Brus Rubio Churay

 

En Viaje de abundancia, Brus Rubio Churay (Pucaurquillo, Loreto, 1983) se inspira en la Fiesta de la palmera Pijuayo, que celebra el pueblo Bora, al cual pertenece el artista. Brus creció y actualmente vive a orillas del río Ampiyacu, cerca de la desembocadura del Amazonas; por esas aguas los invitados a la fiesta navegan en gigantescas hojas de tabaco, la planta sagrada, o en grandes troncos de los que brotan distintas palmeras. Los personajes comparten su esencia animal con la condición de persona, una manera de percibir el mundo propia de las culturas indígenas amerindias. Es casi una travesía mágica, que el pintor imagina “llena de muchos universos, de cantos y sonidos de todos los seres de la naturaleza”. Un concierto que celebra la vida.


Brus Rubio pertenece a los pueblos murui y bora, ese es su punto de partida. Pero no estamos frente a un pintor tradicional, sino ante un artista contemporáneo, comprometido con sus orígenes. Un artista que, por otro lado, recoge los aportes de culturas tan distintas como los lugares que ha visitado. Una suerte de productivo intercambio, en el cual se ha propuesto dejar su huella como artista indígena. Esa búsqueda no se detiene en los mitos y la vida cotidiana, indaga también en la violencia brutal ejercida por los patrones del caucho, los estragos de los derrames petroleros, la tala indiscriminada y la minería ilegal. Incluye temas originales como la compleja relación con los antropólogos, y la “apropiación” de monumentos emblemáticos de varias ciudades del mundo, por parte de los murui, como afirmación de una cultura vital que tiene mucho que aportar.


En esta exposición, Brus festeja la naturaleza, invoca a la armonía entre todos los seres.

 

En tiempos antiguos, la palmera pijuayo vivía en el agua bajo el cuidado de los peces bujurqui, que cuando salían se transformaban en mujeres. El primer hombre bora logró quitarles la semilla del pijuayo y la trajo a la superficie de la tierra para que todos se alimentaran de ella. Cuando la palmera se carga de frutos, se convoca a la fiesta. Los invitados van a compartir la chicha de pijuayo, -bebida de la “abundancia”. Preparan misteriosas capuchas de tela de corteza -llanchama-, que representan a los ancestros. Tallan figuras de los seres que se alimentan del fruto del pijuayo: golondrina, búho, achuni, huangana, zorrito, pez sábalo, escarabajo, chinchilejo, mariposa nocturna... También, curiosos tocados que representan a los espíritus o “madres” del agua. El danzante enmascarado encarna el espíritu de la figura que porta. Se convierte en él para participar. Brus Rubio ha construido una sugerente instalación con estas máscaras, para traer su presencia.


Los invitados provienen de los diversos clanes bora y de las diversas especies del reino animal. Todos se mezclan. El pintor los retrata con una profusión de atributos inspirados en su cultura originaria, los presenta casi como acertijos que invitan a ser descifrados. Estos viajeros surcan los ríos, juntos, y toda la naturaleza parece estar en consonancia. Van a llegar a la maloca o casa comunal donde se emborracharán con abundante chicha, danzarán y cantarán durante varios alegres días.

 

Viaje de abundancia es una hermosa alegoría de sabia convivencia.



Galería 80 m2.

Hasta el 2 de noviembre 2024.

Entrada libre.

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