Por las salas del Museo de Arte de Lima (MALI) se despliega un territorio pictórico denso, enigmático y de múltiples lecturas. El laberinto de la creación, exposición dedicada a la obra de Bruno Zeppilli, propone un recorrido donde la historia del arte peruano, la iconografía religiosa y el peso de la memoria colectiva se entrelazan en una danza visual inquietante.

Zeppilli, heredero del imaginario metafísico de Tilsa Tsuchiya*, nos enfrenta a un lenguaje pictórico que se nutre tanto del barroco virreinal como de la iconografía republicana. Como señala Alfonso Castrillón, su obra no se deja encasillar; es un acto de transmutación donde los cuerpos esquemáticos, las atmósferas crepusculares y la violencia simbólica adquieren un carácter atemporal. Cada lienzo es una puerta a un mundo donde la mitología personal del artista se funde con las cicatrices de la historia peruana.
Los tonos oscuros, casi abismales, funcionan como el punto de partida de su proceso creativo. Desde ese vacío inicial, el color se abre paso con veladuras y resonancias lumínicas, evocando la técnica de Tsuchiya pero con un gesto propio, más seco, más desgarrado. Zeppilli dialoga con el pasado, revisitando el barroco y despojándolo de su grandilocuencia para revelar su esencia más cruda. Aquí, la figura del Arcángel Miguel no es solo un símbolo de redención, sino un testigo perpetuo del castigo y la penitencia. El sufrimiento, omnipresente en su obra, no es únicamente físico, sino también espiritual, un eco del homo dolens atrapado en su propio laberinto de pasiones y contradicciones, como lo describe Ramón Mujica (2024).

Uno de los ejes más poderosos de la muestra es su exploración de la violencia de género y el cuerpo femenino como campo de disputa política. La Madre Patria, desnuda y violentada, se convierte en una alegoría del Perú sometido, un recordatorio visual de las estructuras de poder que han definido nuestra historia. En su relectura de las castas coloniales, la opresión no es solo una herida del pasado, sino una llaga aún abierta en la contemporaneidad. Zeppilli transforma la iconografía republicana y la vuelve testimonio de una violencia que persiste, resignificándola con un lenguaje que desafía las narrativas oficiales.

La exposición no es un recorrido lineal, sino una travesía por un imaginario fragmentado, donde cada obra es un vestigio de ese diálogo entre lo sagrado y lo profano, lo mítico y lo terrenal. El espectador se adentra en un espacio donde la luz y la sombra, lo visible y lo oculto, juegan un papel fundamental. En palabras del propio Zeppilli, citando a Santa Teresa de Lisieux, su arte transita un "pasaje subterráneo donde solo se ve una luz a medias". Es en esa penumbra donde la pintura encuentra su máxima expresividad.

El laberinto de la creación es más que una exposición: es un rito de iniciación, un descenso a los abismos del imaginario peruano y un retorno a la superficie con la mirada transformada. En cada obra, el tiempo histórico se comprime, revelando un presente que sigue habitado por los fantasmas de su pasado. En este viaje pictórico, Zeppilli nos recuerda que el arte, como la vida, es un eterno ciclo de luces y sombras.
Biografía del artista
Bruno Zeppilli (Lima, 1954) estudió dibujo con Cristina Gálvez y se formó en la Escuela de Artes Plásticas de la Pontificia Universidad Católica del Perú, en la Escuela Nacional Superior Autónoma de Bellas Artes de Lima, el Centro di Cultura Per Stranieri de la Universidad de Florencia, Italia, y el Mason Gross School of Arts de la Rutgers University, en Nueva Jersey, Estados Unidos, donde fue becado.
Ha expuesto de manera individual en el Instituto Cultural Peruano Norteamericano –ICPNA (2021, 2017 y 2011), el Centro Cultural Inca Garcilaso del Ministerio de Relaciones Exteriores (2015), las galerías Lucía de la Puente (2005, 2002, 1999) y Patricia Ready (Santiago de Chile, 2004), la Sala Luis Miró Quesada Garland (1996, 1992), Freites-Revilla (Florida, 1992), Park Gallery (Fort Lauderdale, 1989) y Galería 9 (1987).
Ha participado en numerosas exposiciones colectivas en Lima, Santiago de Chile, Alicante, Ciudad de México, Cali, Guayaquil, Quito, Miami, Montevideo, Santo Domingo, Washington, Córdoba, Sevilla, Madrid y Florencia. Entre ellas destacan Ojo Latino, colección de arte de Luciano Benetton (Museo de Arte Contemporáneo de Santiago de Chile, 2008), Pintura Peruana en el siglo XX (Caja Sur, España, 2004), I Bienal Internacional de Lima (1997), Pintura Contemporánea – Década de los 90 (Museo José Luis Cuevas, Ciudad de México, 1996), Art Miami (1993), Peru Ieri e Oggi 1492 – 1992 (Florencia, 1992), Peru Precolumbian & Contemporary Art (Galería del FMI, Washington, 1991), Reflections of a Decade 1980 – 1990 (Museo de Arte Moderno de Latinoamérica, Washington, 1990), Near and Far Horizons (Metropolitan Museum, Miami, 1989) e International Contemporary Art (Park Gallery, Florida, 1988).
*Tilsa Tsuchiya Castillo fue una pintora y grabadora peruana de ascendencia japonesa y china conocida por sus pinturas de mitos y leyendas peruanas. Está considerada como uno de los mayores exponentes de la pintura peruana, habiendo ganado el prestigioso Premio Bienal de Teknoquímica
Lugar: Sala 2 del primer piso del Museo de Arte de Lima – MALI
Temporada: Desde el 13 de diciembre de 2024 al 9 de marzo de 2025
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