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Estética de la ruina

  • Foto del escritor: Czar Gutierrez
    Czar Gutierrez
  • 16 oct
  • 8 Min. de lectura

Antropólogo, artista y curador, Carlos León-Xjiménez indaga entre las huellas materiales de la modernidad peruana. ieo (individuo en organización) — capítulo II se presenta en Socorro Polivalente. Escribe: Czar Gutiérrez


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En tiempos donde el país vuelve a fracturarse entre promesas y cadáveres, la obra de Carlos León-Xjiménez adquiere una resonancia particular. Formado como antropólogo en la PUCP y con estudios en la Bauhaus-Universität de Weimar, su trabajo se desplaza entre la instalación, el archivo y la reflexión crítica sobre la modernidad.


Ahora inaugura ieo (individuo en organización) capítulo II, instalación donde reinterpreta un conjunto de diapositivas encontradas que registran obras hidráulicas y mineras de los años sesenta y setenta, imágenes anónimas de un Perú que soñó con el progreso técnico y terminó legando una belleza tóxica.


Desde allí, León-Xjiménez construye una arqueología visual del desarrollismo, un espejo donde se revelan las ficciones y las fracturas del país. La siguiente entrevista profundiza en esos pliegues: entre el documento y la ficción, entre el ingeniero anónimo y la ruina nacional, el artista reflexiona sobre el mito del progreso, la ruina como construcción social y el lugar del individuo dentro de las maquinarias del Estado y la técnica.

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La primera pregunta es obvia: ¿qué diferencia a ieo de Suero # 11, tu muestra anterior?

Lo defino como transformación de un proceso de investigación. Lo que en principio fue una propuesta netamente visual a partir del material encontrado, ahora se plantea como un ejercicio que busca especular detrás de las imágenes y entra a un nivel de instalación con múltiples elementos.

 



¿Por qué la imagen encontrada —anónima, deteriorada, sin autor— sigue funcionando como materia prima de una reflexión sobre modernidad y progreso?

Porque queda como documento, prueba, testimonio. La cantidad de diapositivas encontradas y su articulación temática respecto de infraestructuras hidráulicas, la convierten en un archivo. Aunque la autoría es desconocida y no hay noción de temporalidad ni intención, estos documentos se convierten para un extraño en objeto de especulación. Eso despierta ansiedad por tratar de entender los procesos de la modernización. Probablemente el imaginario de la modernidad es solo una proyección de un deseo que no pervive, sino se transforma. El progreso asimismo como una ficción movilizante.

  Si la ruina es resto y forma de pensamiento, ¿estas fotografías son ruinas visuales del desarrollismo?

La condición de ruina es una definición humana a partir del abandono de algo construido que en su progresiva decadencia y destrucción es reclamado inexorablemente por la naturaleza. El humano ilustrado “civilizado” y su percepción universalizante desde el “deber ser” (y la pretensión de autoridad moral que conlleva este discurso) no puede tolerar verse reflejado en otro humano en condiciones de precariedad normalizada: en condiciones infrahumanas. Es un espejo distorsionado que lo cuestiona. Aparte de recordarle sus privilegios y capacidad de poder material, finalmente. Por ello la “ruina” se debe verse vacía, sin humanos… como testimonio de un pasado, o ya superado, o ya lejano. Y desde esa distancia se aprecia en términos estéticos, en articulación con el paisaje. Es solo simbolismo. Las imágenes son momentos congelados de su momento por un ojo enfocado -en este caso del autor, el presumible ingeniero hidraúlico- que definitivamente por su rol profesional estaba activo como un individuo involucrado en organizaciones articuladas a la implementación, logística, monitoreo, supervisión, control o asesoría de infraestructuras hidráulicas… para ese desarrollismo del que era un “engranaje” más… una pieza requerida: en un rol técnico especializado como todas las demás piezas de un sistema cualquiera. Si planteas la pregunta de “ruinas del desarrollismo” es porque cronológicamente las décadas de los 60 corresponden con una expansión en América Latina de esa ideología. Con la “Alianza para el Progreso” (1961-1970), fomentada desde los EEUU y sus agencias de cooperación para el desarrollo (recordemos que fue la AID “United States Agency for International Development”), que buscaba impulsar desarrollo de capacidades económicas en los países “subdesarrollados” para generar mejoramiento económico en los sectores de poblaciones más empobrecidos, en especial de las zonas rurales y con esto contrarrestar el avance del socialismo (triunfante ya en Cuba en 1959 y con una gran influencia en todo el continente). Recordemos además las guerrillas peruanas e intentos revolucionarios en los años 60s, con Luis de la Puente Uceda, Hugo Blanco y Javier Heraud, entre otros. En un continente todavía marcado por estructuras tradicionales de régimen de propiedad de la tierra (latifundio) y, en el caso peruano, de profundas brechas sociales que incluso implicaban servidumbre del tipo semiesclavitud (yanaconas) en las haciendas, en especial del sur andino regentadas por los gamonales. La idea del “desarrollismo” era un intento de acelerar la implementación de capitalismo clásico. En un horizonte capitalista de los años 60, la modernización económica buscaba una transformación estructural, que en el caso peruano llevara a insertarnos en una lógica industrial compatible con los países del “primer mundo”. Desde esta búsqueda de aceleración y transformación con capacidades locales, la minería primero, y la agroindustria luego, están en esa lógica. En la minería: potenciar la extracción, procesamiento y exportación de recursos como el cobre, zinc, plata y otros, implementando concentradoras, refinerías y demás infraestructura necesaria. Para acotar la respuesta: es nuestra mirada desde el año 2025, viendo imágenes de más de medio siglo atrás, la que se interpela. Es por el cambio tecnológico, es por la calidad de la imagen y su soporte, es porque sentimos una distancia (y esto es lo definitivo) con “ese” país retratado que ya no existe más. Y quizá porque ahora -en nuestro desencanto- somos más conscientes que esa posible “esperanza” de transformaciones sociales, pero pensadas solo desde una lógica eurocéntrica, impulsaron transformaciones sociales que absorbieron también de las brechas sociales de discriminación, racismo (junto con la precariedad del aparato estatal). En ese sentido el panorama social dado por los personajes de la novela experimental El Zorro de Arriba y el Zorro de Abajo de Arguedas (1971) en la que hay personajes de corte lumpenesco asociados a los enriquecimientos por la minería y la creciente industria de la harina de pescado, retratan en parte la generación de un tipo de ciudadano que entiende que todo vale para salirse con la suya. Aquí entran también los procesos de migración del campo a la ciudad… y la generación de una ética “achorada” que permea todas las capas sociales desde sus lógicas oportunistas por las precariedades dadas por el horizonte económico variable del país.

 

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Entonces, ¿ieo busca narrar al individuo y/o lo disuelve dentro de las estructuras impersonales del Estado, de la ingeniería?

“…just a brick in the wall”.

 

Entre el orden —las cuadrículas, la organización— y el desgaste —la imagen ajada, la memoria quebrada—, ¿deberíamos leer una metáfora del propio país?

De la existencia y de la perecibilidad de lo humano. La pretensión de eternidad y de trascender el tiempo no garantiza que la complejidad del mensaje original sea leído y/o entendido. Quedan como pistas de algo que ya no podremos terminar de entender en complejidad.

 

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El “ingeniero anónimo” parece ser un fantasma de la modernidad. esta curiosa figura representa una forma de anonimato colectivo, de sacrificio sin historia.

 

El “ingeniero” constituye sin duda un elemento imprescindible en el imaginario de la modernización y de la implementación técnica para el desarrollo económico. En cierto sentido común, la idea del progreso tiene que ver con “fierros” y “máquinas” como catalizadores.

 

¿Y qué papel juega la nostalgia en todo esto?

La nostalgia implica un recuerdo y/o una ausencia. Pienso en el progreso como un mito movilizador: un “motor cultural” que entendemos bajo nuestro modelamiento capitalista en el que somos modelados (por no decir, domesticados). La nostalgia -en las imágenes encontradas- viene por los paisajes ahora inexistentes o ya alterados: un mundo que ya no existe más. El recuerdo de otros tiempos. Marshall Berman en su libro “Todo lo sólido se desvanece en el aire” (frase original de Karl Marx), se centra en el cambio como lo único permanente y desde esa realidad cambiante nuestro cerebro fija imágenes a las que se aferra para definir situaciones. Las transformaciones nos confrontan con un cambio a lo ya conocido.

 

¿Cómo se “organiza” al individuo cuando la organización misma es una forma de dominación?

El disciplinamiento empieza en la escuela, allí empieza la configuración para volvernos piezas “funcionales” al sistema.

 

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El deterioro material de las diapositivas —ese sepia gastado, ese polvo— ¿es parte del lenguaje o del mensaje? ¿Cuánto de arqueología y cuanto de ficción hay en tu modo de trabajar con los restos de un archivo?

Toda presentación de material es la construcción de una ficción.

 

Has dicho que te interesa la idea de ruina como “construcción social”. ¿Qué clase de sociedad produce estas ruinas y qué clase de mirada las resignifica?

Creo en los distraídos que nos hacen notar lo que queda de lado y carece de publicidad, pero nos recuerda lo importante. La seducción del entretenimiento nos acapara la atención por lo importante. Hoy más que nunca, en la actual economía de la atención, la generación de valor la damos por nuestra interacción con interfases tecnológicas. La atención es tiempo enfocado: presencia cognitiva activa, ergo valor, capitalizado ahora por las corporaciones tecnológicas que nos ofrecen sus servicios de forma aparentemente gratuita. La ruina no debe tener función, sino ser solo objeto de una mirada estética. En los jardines o parques paisajísticos de la ilustración, construidos por la nobleza europea como espacios de educación moral, los restos de alguna construcción de tipo medieval es indispensable: es una ruina falsa que les permite hablar a los ilustrados del siglo XVIII (que ya digirieron bien el renacimiento y el humanismo) sobre los oscuros tiempos del medioevo (y su carga de supercherías, mitos y gran “disciplina” religiosa). Desde allí, la ruina es también un recordatorio (como la calavera o el reloj de arena) del Vanitas… de lo imperecedero de la muerte, y su inevitable encuentro con cada quién.

 

Tus proyectos se debaten constantemente entre documento y monumento. ¿Dónde ubicas esta muestra en esa dialéctica?

Me interesa la poética del intersticio: ese espacio o situación “inasible” que desde la indeterminación reclama articulaciones a lo conocido.

 

¿Dónde está la belleza en una imagen de relave minero, en una laguna tóxica que parece espejo de agua, etc.?

Los relaves pueden tener coloraciones refulgentes por su alta concentración mineral, que desde sus gamas cromáticas inusuales en la naturaleza, causan sorpresa y enigma.

 

¿El arte todavía puede servir como forma de reparación simbólica frente a la devastación del territorio?

Si identifica temáticas y espacios “sensibles” en el imaginario colectivo, logrando una intervención que conecte con audiencias relevantes y comprometidas, definitivamente sí. Entendamos el arte como un dispositivo (o herramienta) de comunicación no convencional.

 

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¿Cómo entiendes la noción de “patrimonio” cuando gran parte de lo heredado está hecho de violencia y despojo?

La categoría “patrimonio” es parte de un discurso que busca crear protección y cuidado. Lo reviste de relevancia, dada su requerida escasez, y por ello se reclama importancia. Si específicas a qué “patrimonio” en específico te refieres, podría ser más detallado, si acaso tiene que ver con el proyecto. Percibo que las lecturas y políticas “patrimonializantes” surgen de entender que las “modernizaciones en nombre del progreso” han destruido entornos naturales y culturales, y que como logros naturales y/o culturales deben ser preservados como un bien común. Claro que muchas veces se articulan a una economía del turismo, porque en este planeta, todo se puede volver oferta y siempre hay demandas especializadas.

 

Si este proyecto es el “capítulo II”, ¿hacia dónde evoluciona tu reflexión sobre el individuo en organización?

El arte genera ficciones para lidiar con el presente en gerundio en el que vivimos. Batallo con el subjuntivo, pero entiendo su carga de anhelo, deseo y posibilidad frente a los factores que tuercen o frustran los proyectos. Creo que todos somos “individuo en organización”, pero en roles plurales y mutantes, porque convivimos y negociamos: empujamos a que continúe el proyecto humano a futuros indeterminados. Somos una construcción social que genera su detritus, y quizás recicla lo que puede, simultáneamente construyendo desde esa poderosa máquina que es el deseo, movimientos, dinámicas y aceleraciones para seguir. Nuestro modelo mamífero nos exige seguir, ¿adónde? Esa pregunta cada quién deberá intentar contestarla, aunque con seguridad nos mentiremos y/o erraremos.

 

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Lugar: Socorro Polivalente

Dirección: Jr. Santa Rosa 348, Barranco.

Fechas: 16 y 23 de octubre.

Ingreso: Libre.

 

 

 

 

 

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