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Foto del escritorGabriel Ruiz Ortega

La Lima de Bastar


Lima Alaraca, ópera prima de Alexis Chumpitaz (Lima, 1983), pendula entre la tersura, la belleza y el horror de la megalópolis peruana. La reseña viene por gentileza de un respetable critico de literatura y ex editor de las páginas culturales de la revista Caretas.


Escribe: Gabriel Ruiz Ortega



La Lima de Bastar | Alexis Chumpitaz. Foto: Ysabella Luque

El mundo de las artes plásticas no es ajeno a los naturales y lícitos afanes de reconocimiento que vemos en otras parcelas culturales, pensemos en el mundo literario y sus pintorescas campañas de posicionamiento. Pues bien, en una época de redes sociales y valoraciones al paso, este natural deseo de reconocimiento se pervierte, confundiendo lo legítimo con la fama, la propuesta con el runrún de la última tendencia. Puro humo y somos testigos de lo evidente: proyectos condonados por la intención juvenil o el proceso de aprendizaje, barajos para compensar la carencia de sustancia.


En este sentido, prestemos especial atención a la primera exposición del artista limeño Alexis Chumpitaz, que viene suscitando saludos positivos y entusiastas, del mismo modo cuestionamiento, a razón de las 60 obras que conforman Lima Alaraca, que cuenta con la curaduría del artista y gestor cultural Martín Yépez en su homónima galería del Centro Histórico de Lima.


Chumpitaz, a quien mejor llamaremos Bastar (“de bastardo”, como precisa), creció en el distrito de Comas, de niño estudió dibujo y de joven pintura en la Escuela Nacional Superior Autónoma de Bellas Artes. Tiene 40 años. Lo último no es dato menor, porque nos relaciona con la madurez de conjunto de Lima Alaraca. Como sugerimos líneas arriba, la muestra despierta inquietud, o esa especie de agrado tachonado de incomodidad que orbita entre la lejanía y la cercanía durante su recorrido de efectos cinemáticos, en donde también apreciamos una secuencia de video y materiales de dibujo del artista… La Lima popular, conera propia y ajena, en su belleza y horror, en su legitimidad y reclamos…


Bastar aborda a los personajes de la Lima actual en la tersura de su cotidianidad y en la aspereza de su colectividad. Un doble efecto que revela al pulso en la dimensión técnica y a la mirada en la representación, ergo: las bases en las que sostiene esta presentación en sociedad. En sus formas grotescas, que van de barristas de Alianza Lima, mujeres caminantes, borrachines de bar, reyertas de barrio et al, percibimos la verdad de la poética de Bastar, que no traiciona su memoria emocional que se nutre de la vida en la periferia y la identificación con sus individuos. Además, vale subrayar que su labor creativa se proyecta en manifestaciones públicas, como murales en las zonas más populosas de la capital, y militando en calidad de cofundador en el colectivo Todas las Sangres 1901.


Lima Alaraca es la ópera prima de un artista sin poses, cuyo trabajo tiene tanto de José Sabogal, Álvaro Portales, Fernando Botero y Robert Crumb, de la furia del rock y el ensueño de la cultura chicha (presente en todos los estratos sociales), influencias sensoriales antes que formativas, puesto que su verdadera educación descansa en los terruños del dibujo. Como dicen los que saben: si dominas el dibujo, puedes con todo.


Parece que Bastar entendió que forjar una trayectoria no tiene que ser una carrera de caballos. Las obras salen cuando tienen que salir. El apuro conduce al olvido. Bastar lo entendió y los resultados son más que encomiables.



Fotos: Ricardo Gómez Peñaranda


Lugar: Galería Martín Yépez

Nicolás de Piérola 938. Centro Histórico de Lima.

Fecha: Hasta el 16 de marzo

Ingreso: Libre


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