Memoria de la espesura
- Czar Gutierrez

- 11 sept
- 5 Min. de lectura
Marina García Burgos entrelaza materiales industriales y orgánicos, dialoga con la fragilidad ecológica y la crisis de representación. La naturaleza de las cosas está en La Galería de San Isidro.
Escribe Czar Gutierrez

Sus obras viajan desde la llanchama de los tikunas hasta el aluminio industrial o los espejos rosados. No se limitan a capturar imágenes: las tensan, las fracturan, las hacen dialogar con sus soportes. Ocurre que Marina García Burgos (Lima, 1968) se mueve en la paradoja: trasladar un bosque a un plano que lo contiene y lo hiere, construir belleza a partir de la denuncia, otorgar tridimensionalidad a la fotografía.
Sus “victorias regias” en papel hecho a mano vibran como reliquias, mientras que sus cajas de luz titilan como advertencias. Y como metáforas en madera, espejo, acrílico o fibras recicladas. Lo industrial y lo orgánico se disputan un mismo territorio visual. Su recorrido no es ajeno a la acción social: proyectos como La chalina de la esperanza revelan que en su práctica el arte y la ética comparten un pulso común.
Y ahora, en las piezas que componen La naturaleza de las cosas, la Amazonía, las apachetas andinas y la ciudad se entrecruzan en ese crisol de un país fragmentado. De todo lo cual conversamos a continuación:
En tus dípticos, una misma imagen se fragmenta y reaparece sobre soportes distintos. ¿Esa fisura material busca ser metáfora de la herida ecológica o es un eco de la imposibilidad de fijar un único sentido en la fotografía?
Son ambas intenciones y probablemente existan algunas otras, pero principalmente me interesa generar una narrativa adicional a la imagen usando soportes contrastados y que se genere esa ruptura evidente, pero también en un plano conceptual.
¿Qué sucede cuando el bosque es trasladado a un soporte que proviene de su propia tala? ¿Hasta qué punto estas piezas encarnan la paradoja de toda representación amazónica: preservar y depredar al mismo tiempo?
No uso materiales que provienen de la tala ni de ninguna actividad ilegal, más bien, uso bastantes materiales reciclados. En el caso de fibras vegetales, la llanchama es un material que sale de la corteza del árbol pero no lo daña. La extracción y elaboración es una práctica muy extendida entre boras y tikunas. Ese material tiene varios usos dentro de la comunidad como vestidos, la fabricación de objetos decorativos o soporte para pintar. Otros materiales de origen vegetal que suelo utilizar se fabrican a partir de la pulpa de plátano y lo elaboran a mano mujeres de la comunidad “El Progreso” en las afueras de Tarapoto. Intento ser lo más coherente posible con mi trabajo y con los materiales que utilizo.

Tus materiales (aluminio, acrílico, madera, espejo, fibras recicladas) no son neutrales: evocan lo industrial, lo orgánico, lo frágil. ¿Cómo dialoga cada uno con la Amazonía que intentas retratar?
No siempre hay un diálogo ni hay una relación directa entre el objeto fotografiado y el soporte. Puede darse que si la foto es de un árbol, el soporte sea una madera o una fibra vegetal o, por el contrario, un material antagonista. No tengo una regla fija al respecto. En otros casos, el material llega a mis manos antes que la imagen y de alguna manera, este va a determinar qué fotografía usar.
¿Por qué decides otorgarle a la fotografía tridimensionalidad? ¿Crees que la bidimensionalidad tradicional ha agotado su capacidad de interpelar al espectador en tiempos de crisis planetaria?
Para nada- Para mí, todos los soportes son válidos y cumplen roles diversos según la historia que quiera contar. Sigo usando papel fotográfico y sigo imprimiendo en dos dimensiones, pero algunas veces sí siento la necesidad de llevar la foto un paso más allá. Cuando empecé interviniendo libros, la ruma se asemejaba a una construcción y le sumaba dando tridimensionalidad. En el caso de los prismas de acrílico, mi intención era crear un bosque imaginario, un laberinto cromático.
En tu proceso, ¿te interesa más el hallazgo técnico o la metáfora conceptual? ¿La materialidad precede a la idea o la idea se abre camino a través de la materia?
No hay una línea clara, a veces leo una noticia y es el detonante para una nueva pieza, otras veces encuentro un material y allí arranca el proceso de búsqueda de una imagen, establecer un formato y sumarle elementos que me ayuden a darle forma a esa historia.

Cuando fragmentas un paisaje, ¿lo estás descomponiendo como denuncia de la depredación o como invitación a verlo con otros ojos, en sus pliegues invisibles?
Más lo veo como un quiebre en el paisaje, algo que rompe el equilibrio natural de la naturaleza.
¿Qué comunidades amazónicas incorporas en tu trabajo?
Para esta exposición estuve de paso por una comunidad shawi en Cumpanamá, Loreto y una shipibo-conibo en Pucallpa, Ucayali.
En “Apacheta”, ¿qué quiere decir instalar una práctica andina de acumulación ritual dentro de un imaginario amazónico? ¿Es posible esa traducción sin fricciones?
La exposición no se circunscribe a una temática amazónica, mis imágenes viajan por territorios naturales de varias zonas del país.
¿El espectador de Lima —urbano, distante, consumidor— puede realmente comprender la urgencia amazónica a través de tus obras o lo que recibe es un recordatorio bello pero impotente?
Un espectador es alguien que está mirando, a su manera, con sus recursos, desde su propia historia. Creo que es un buen punto de partida, en estos tiempos que las imágenes se mueven tan rápido, captar la atención del alguien es un gran logro, pero de allí poder medir que interpretación le dieron a la pieza es imposible.

Tus soportes son también decorativos. ¿Qué opinas de la tensión entre la seducción estética y la denuncia política? ¿Hay riesgo de que la belleza neutralice el filo crítico de tu propuesta?
Espero que las piezas no tengan que ser una u otra, ojalá puedan navegar entre ambos mundos. Ojalá que generen preguntas en el público, que les gusten.
¿Hasta qué punto La naturaleza de las cosas es también una meditación sobre la fotografía como medio? ¿No estás, en el fondo, hablando de la crisis de la representación tanto como de la crisis ambiental?
La fragmentación, la superposición y el collage son estrategias frecuentes en tu obra. ¿Te interesa pensar la imagen como ruina, como archivo incompleto o como palimpsesto de memorias?
Me interesa la imagen como tal y también, acompañarla de elementos que me sirven de soporte (y estos pueden venir de las formas más insólitas e inesperadas).
¿Cómo se conectan tus proyectos sociales —como La chalina de la esperanza— con esta investigación sobre la Amazonía? ¿Es la naturaleza otro campo de derechos humanos, otra víctima de violencia estructural?
Creo que todo es parte de lo mismo, cambia a veces el formato pero la intención se mantiene: poner de manifiesto mi malestar, mi frustración, mi rabia por temas actuales o que son parte de nuestra historia reciente, heridas abiertas aun sin solución (fosas comunes sin exhumar, la desaparición forzada y violencia política en los años del gobierno de Fujimori, la depredación de la Amazonía, la minería ilegal, el racismo, el crecimiento desordenado de las ciudades y la pérdida de identidad de las mismas, el fast fashion…).
Lugar: La Galería
Dirección: Calle Conde de la Monclova 255, San Isidro.
Horario: Lun - Vie: 11:00 a.m. - 07:00 p.m. Sábado: 3:00 p.m. - 7:00 p.m.
Fechas: Del 10 de septiembre al 4 de octubre.




_edited.jpg)
Comentarios