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Poética de la levedad

  • Foto del escritor: Czar Gutierrez
    Czar Gutierrez
  • 27 oct
  • 3 Min. de lectura

La obra de Loreto Buttazzoni se despliega en porcelana, crochet, seda y azar en un susurro persistente que perfora el tiempo. Inaugura el 29 de octubre en La Mancha Galería.

 

Escribe: Czar Gutiérrez


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En sus manos, el crochet, la porcelana y la seda —materiales que el canon ha relegado a lo doméstico, lo femenino y lo frágil— son elevados a un espacio de potencia simbólica. Cada puntada, fractura y azar controlado se convierte en una metáfora de lo humano, en una trayectoria que se sitúa bastante lejos de la espectacularidad mediática y muy cerca de la hondura y el silencio.

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Trabajando a través de una multiplicidad de puentes —artesanal, conceptual, doméstico, público, mínimo y trascendente—, desafiando la lógica espectacular del arte contemporáneo global y apostando por una micro-política de la fragilidad, Loreto Buttazzoni (Santiago, 1973) asume esa fragilidad como núcleo de su poética. En un mundo saturado de imágenes violentas y de monumentos espectaculares, propone lo contrario: el rumor leve, la interrupción mínima, la epifanía del detalle. Una estética de lo imperceptible.

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 Llaves y cimientos

 

 

Formada entre Chile e Italia, desde sus primeros años se interesó por las texturas, los objetos pequeños, las huellas del desgaste y los rastros de lo invisible. Su formación se bifurcó entre el estudio académico en su país, Europa y EE.UU., marcando su sensibilidad estética hacia lo matérico y lo procesual. Después, en talleres y residencias ha continuado explorando el azar como procedimiento creativo. Dejar que las piezas se rompan, que la materia se resista, que lo inesperado se vuelva forma.

No siempre corrige, más bien acepta. En ello se distancia de la tradición escultórica que persigue la perfección técnica y se aproxima a una genealogía distinta, donde el accidente gobierna. “No busco la perfección sino las coincidencias que la materia revela. El azar es la llave que abre lo que no controlo”, confiesa. Y de esa manera marca un punto esencial de su estética, la renuncia al dominio total.

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A diferencia de otros artistas que conciben la obra como imposición de voluntad sobre la materia, Buttazzoni entrega el gesto a una coautoría con lo incontrolable. Cuando declara “trabajo con lo que se quiebra, con lo que aparece sin anunciarse”, lejos de afirmar una fragilidad derrotista apuesta por una ética de la atención. Allí donde la mayoría descartaría la falla, ella ve los cimientos de su obra.

  Levedad y silencio

 

 Poética del quiebre que, en su universo, es el verdadero lenguaje de lo real. Y que la conecta con la tradición del wabi-sabi japonés. Es decir, la aceptación de lo imperfecto y lo transitorio. Esa misma poética del accidente que John Cage llevó a la música. Así como Cage dejaba que el azar sonoro construyera la experiencia, Buttazzoni permite que el accidente material articule la obra.

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Por eso, en el entramado del arte contemporáneo, se sitúa en una zona liminal cercana a la levedad y al silencio escultórico de Anish Kapoor, pero atravesada por un pulso latinoamericano que le confiere singularidad, en una inserción dialógica con eso que Benjamin llama iluminación profana: ese instante en que lo cotidiano se transfigura en alegoría.

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Así las cosas, la artista chilena parece habitar exactamente ese punto. Un trozo de seda, una porcelana quebrada, un tejido de crochet. Todo se convierte en símbolo. Y en ese gesto interrumpe la linealidad del tiempo para abrir relámpagos de sentido construyendo su propio bosque, íntimo, poblado no de árboles sino de fibras, fracturas y hebras. Una heterotopía donde lo doméstico transfigurado se afirma como potencia.  

Lugar: La Mancha Galería

Dirección: Av. Jorge Basadre 951, San Isidro

Horario: De martes a viernes de 10 am a 6 pm

Fechas: Del 29 de octubre al 12 de diciembre

 

 
 
 

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