Tejiendo geometrías
- Czar Gutierrez
- 1 jul
- 5 Min. de lectura
Con más de 20 años de trayectoria y una técnica que combina foil metálico y acrílico coloreado, María Fe Florez-Estrada transforma el arte textil en rituales de memoria, afecto y geometría luminosa.
Escribe Czar Gutierrez

Lo más probable es que no pertenezca al régimen de la representación ni al de la mímesis, que lo suyo obedezca a una poética de la refracción: ahí donde el tiempo se crispa en láminas de foil y el espacio se desarticula en su propia luz. Porque donde otros citan el aura, ella traza interferencias.
La obra de Florez-Estrada (Lima, 1979), su praxis —si se la puede llamar así— recuerda a la liturgia geométrica de Naum Gabo, pero invierte la dirección del gesto: del volumen al vacío, del cuerpo al resplandor. Como Agnes Martin entonando haikus sin tinta o como la Weaving Room de Anni Albers tras ser sometida a una tormenta solar.
Las remembranzas que enuncia son más remanencia que recuerdo. Lo que queda cuando la memoria ya no puede articularse como relato, solo como textura. Cada pieza es un palimpsesto de desplazamientos afectivos. El brillo del foil no remite a lo ornamental sino a lo arcaico: el oro de los ídolos despojados de su deidad, la plata litúrgica tras la iconoclasia. El cobre, umbral del óxido. Una litografía del olvido en negativo.
Por otro lado, cierta forma de espectralidad benjaminiana atraviesa su materia —que nunca es mera superficie—, como si cada obra fuera un negativo fotográfico de lo que ya no pudo decirse. No hay aquí intención de cerrar sentido: lo suyo es la fuga, el pliegue deleuziano, el arabesco sin centro.
En ese gesto se hermana con la obra de Agois, a quien rinde homenaje con tres esculturas. Pero también con la lógica vibrátil de LeWitt o con el cromatismo disciplinado de Bridget Riley, si esta hubiera nacido bajo el sol de Ayacucho. En Florez-Estrada no hay figura. Ni tampoco fondo. Solo una partitura sin fin para una música sin sonido. Un arte que no comunica: con-muta. Y en ese desplazamiento nos transforma.
Egresada de la Escuela Superior de Bellas Artes Corriente Alterna y con estudios en filosofía por la Pontificia Universidad Católica del Perú, María Fe Florez-Estrada (Lima, 1979) transforma los recuerdos en estructuras sensibles. A propósito de su muestra Remembranzas, conversamos con la artista sobre procesos, referentes, memoria y el poder silencioso del arte.
Las "remembranzas" que integras en tus piezas, ¿son memorias personales, colectivas o ambas? ¿Podrías compartir un ejemplo concreto de cómo una memoria se transforma en textura o color en tu obra?
He trabajado desarrollando esta técnica hace más de 14 años, haciendo la transferencia del Foil y creando tramas. Cada obra que realizo es una evolución propia en cada tiempo y espacio. Cada tejido nuevo empieza a partir de un recuerdo, una sensación de aquel tiempo dotándola de una nueva interpretación. Hay tres obras que llevan el nombre de mis hijos, cada una lleva colores y tramas que me hacen recordar a ellos y a la vez homenajear a estas tres criaturas maravillosas: Nisso, Rafael y Sienna. También hay tres esculturas en homenaje a Mariella Agois.
El uso de materiales industriales (foil, acrílico) contrasta con referentes históricos. ¿Es una metáfora del Perú contemporáneo donde lo ancestral y lo globalizado coexisten en tensión?
Los textiles peruanos son conocidos por su rica variedad de colores y patrones, que reflejan la diversidad cultural. Para mí es una manera de exteriorizar este presente con colores vibrantes y transparentes que proyectan luz y a la vez se mezclan con la trama de Foil, dorados, platas, cobres menos etéreos, que se entrelazan entre espacios de luz que proyectan una vibración visual.
Acerca de Mariella Agois como influencia. ¿De qué manera se manifiesta tu homenaje? ¿Es una conexión formal, conceptual o ambas?
Siento gran admiración por la obra de Mariella Agois y fascinación al contemplar sus composiciones y patrones lineales; es un deleite para los sentidos. Siento que mi conexión con ella es en cierta manera, tanto a nivel conceptual como formal; compartimos la constante búsqueda de expresión sensorial, apuntando a generar efectos visuales de volumen y movimiento a través del uso del color y de las composiciones lineales.
El acto de tejer foil es físicamente desafiante. ¿Qué dificultades técnicas has enfrentado al manipularlo?
Es muy laborioso, primero hacer el transfer del foil y a la vez cada presión que haces para la transferencia creando así, distintas texturas. Hacer cada trama consiste en cortar largas tiras meticulosamente de distintos grosores para crear armoniosamente una pieza con el tejido.
En “Recuerdo de un eclipse” el foil parece evocar lo efímero. ¿Cómo es posible capturar un fenómeno astronómico en un medio tan táctil y reflectante? ¿Hubo un eclipse real que la inspiró?
En esta obra en particular, si he presenciado eclipses, el primero fue de niña en el colegio y me impresionó mucho. Hay muchos hilos de luz que van y vienen al verlo, en esta obra con los distintos desniveles, te dan esa posibilidad de poder experimentar un deja vú de ilusiones ópticas.

El acrílico coloreado bajo el foil actúa como un "fondo luminoso". ¿Cómo eliges los colores? ¿Siguen una paleta emocional o referencias culturales específicas?
Elijo colores que se puedan complementar de una manera armónica y emocional dentro de una paleta cromática que remite a nuestros tejidos precolombinos.
Hablas de "formas que proyectan nuevos caminos". ¿Consideras que tu obra es un intento de reescribir historias pasadas o de crear futuros imaginados?
Es una pregunta interesante, al unirse ambas, el pasado tanto como el presente da lugar a reinterpretar un futuro, la luz a través de los tejidos, el ver algo motivador, como esa frase “veo la luz al final del túnel”. Es abrazador algo que te hace continuar y te inspira constantemente hacer lo que haces.
Ganaste premios en Brasil y Perú en 2002. ¿Cómo impactó esa experiencia temprana en tu visión del arte como puente entre culturas?
Fue una experiencia increíble el haber tenido dichos reconocimientos a tan temprana edad en mi carrera y
conocer a varios artistas a nivel internacional. Esto me incentivó a trazarme nuevos retos y a buscar nuevos medios de expresión artística.
Tus muestras individuales tienen títulos poéticos (La Caverna y Botánica, Caracol de la Noche). ¿Cómo eliges estos nombres y qué revelan sobre el cuerpo de obra que presentas?
Me inspiro en vivencias, libros, poemas. Pero voy a ponerle énfasis a mi muestra Caracol De la Noche. Fue una serie de 15 cuadros en formatos de más de un metro en claro oscuro, que representaban el despertar de una mariposa y la oruga interpretada por mí y la tela de lienzo que me envolvía. Le enseñé toda esta serie de cuadros a mi hijo mayor que entonces tenía 3 años, ahora tiene 18. Y vio un caracol de la noche. Y fue así como la muestra se llamó.
Si tus obras son "experiencias de luz y tiempo", ¿has considerado llevarlas a escala arquitectónica (ej. instalaciones inmersivas) o prefieres la intimidad del formato pequeño?
Yo siempre he trabajado con formatos grandes, aunque no enormes, siendo la medida de 2m x 4 m el más grande, pero esta vez quería hacerlo más íntimo para poder explorar una nueva visión de esta reinterpretación de los tejidos y la luz que proyectan con los espacios de acrílico que se ven a través de las tramas.

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