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Energía cinética

  • Foto del escritor: Czar Gutierrez
    Czar Gutierrez
  • 5 dic
  • 8 Min. de lectura

La artista Jenny Murray gravita entre el diseño, la moda y el arte cinético. En su individual Geometría sensible revela su concepción del arte como energía compartida, lenguaje emocional y herramienta urbana para humanizar la ciudad a través del color, la luz y el movimiento.

 

Escribe: Czar Gutiérrez

 

Intervención de Jenny Murray en el Parque Central de Barranco.
Intervención de Jenny Murray en el Parque Central de Barranco.

Desde mediados del siglo XX, el cinetismo delineó una transformación radical en la relación entre arte, percepción y cuerpo. Autores como Frank Popper, en su monumental Art, Action and Participation, y Giulio Carlo Argan, al analizar la desmaterialización del objeto artístico, señalaron que el movimiento —real o inducido— modificaba la visualidad moderna hasta exponerla en una dimensión fenomenológica donde el espectador se volvía protagonista.

 

En América Latina, figuras como Cruz-Diez, Soto, Le Parc y el grupo GRAV desplazaron la obra hacia un territorio relacional que Maurice Merleau-Ponty ya intuía: el espacio percibido como experiencia encarnada. Es precisamente en este linaje donde se inscribe —y se desmarca— Jenny Murray (Lima, 1968), artista que retornó al Perú después de 25 años en Venezuela.

 

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Su trayectoria entre Caracas y Lima reanuda el diálogo con esa tradición, pero lo reorienta hacia un cinetismo emocional, inclusivo y urbano. Su primera individual, Geometría sensible, no replica la ortodoxia óptica, la expande hacia la moda, el diseño, la intervención pública. Y, de paso, hace realidad lo que Nicolas Bourriaud llamaría una “estética relacional”, donde el color opera como energía compartida y el espacio expositivo como ecosistema perceptivo.

 

En esta entrevista, Murray revela los fundamentos íntimos y conceptuales de su obra: el tránsito entre geometría y naturaleza, la luz como arquitectura móvil y el imperativo ético de activar la ciudad mediante el color y la participación. Y de esa manera su trabajo no solo prolonga la historia del cinetismo, la reescribe desde una sensibilidad tan suya como contemporánea.

 

 

¿Qué impulsos visuales de tu infancia reconoces como el germen de tu sensibilidad geométrica?

Recuerdo que de niña me fascinaban los patrones y las formas geométricas en las telas de los vestidos de mi madre, allá por los setenta u ochenta. Mi abuela era quien nos confeccionaba muchos outfits, me gustaba escoger telas con colores llamativos y jugar con combinaciones de colores y texturas. Creo que ese fue el comienzo de mi interés por la geometría, el arte y la moda. Las más de dos décadas que viví en Caracas en diálogo directo con el legado cinético venezolano fue fundamental para mi crecimiento artístico y personal. Me permitió sumergirme en el mundo de ese arte específicamente, allí vivíamos rodeados de lo cinético. Estaba presente en la autopista, en las plazas, en los parques, en el metro, etc. Era habitual convivir con el trabajo de grandes maestros como Carlos Cruz-Diez y Jesús Soto. Aquel fue un periodo de gran transformación y descubrimiento. En Fabriart aprendí la importancia de la experimentación y la innovación. Observar el trabajo de Cruz-Diez me enseñó a ver el arte como un proceso de descubrimiento y exploración, así como también saber la importancia de escoger entre la vasta gama de colores.

 

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Luego regresaste a Lima. ¿Eso cómo reconfiguró tu relación con el color, la ciudad y la memoria afectiva?

Mi regreso a Lima fue un proceso de redescubrimiento al ver cómo la paleta de colores vivos me hacía tanta falta aquí, en esta ciudad gris. Deseaba aportar a la ciudad con mi arte, con colores vibrantes y colorearla más que nunca. Eso me inspiró a crear obras que reflejaran esa energía.

 

¿Qué preguntas o intuiciones te han acompañado desde siempre y que, a pesar del tiempo, siguen guiando tu trabajo?

Siempre me he preguntado cómo el arte puede ser una herramienta para conectar con las personas y crear un sentido de comunidad. Y descubrir cómo cada artista comunica con su propio lenguaje es algo que me apasiona. Mi práctica se mueve entre el arte, el diseño, la moda y la intervención pública. Para mí, cada disciplina es una forma de expresarme de manera diferente. El arte me permite explorar ideas y emociones, el diseño me permite crear en diferentes materiales; accesorios, objetos, vestuarios y espacios lúdicos. La moda me permite trabajar con las formas, las texturas y el color mostrando mi energía. Y la intervención pública me permite conectar con la gente en un nivel más amplio, compartir mis creaciones. Y ver cómo reaccionan me sirve de inspiración. Siento que parte de mi legado a la ciudad estribe en cambiar su ánimo con el color y las formas.

 

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En la muestra aparecen maniquíes con prendas diseñadas por ti. ¿Qué significa vestir la geometría, convertirla en algo habitable y táctil?

Vestir la geometría es una forma de hacer que el arte sea más accesible y personal. Quienes no pueden tener acceso a un cuadro, pueden llevarse algo de esa obra con ellos. Quiero que la gente se sienta cómoda y conectada con la geometría. Que se muestre con ella, que puede ser divertida y única.

 

¿Incluso trabajando con jóvenes con habilidades especiales?

Trabajar con jóvenes con habilidades especiales me ha enseñado a ver el color como una forma de comunicación universal. El color puede ser una herramienta poderosa para conectar con las personas y todos nos sentimos libres al crear, eso es inherente al ser humano. Y los chicos con habilidades especiales lo son más, pues ellos no buscan complacer a nadie, son auténticos. Son una grata inspiración.

 

Parte de tu obra interviene la ciudad. ¿Qué tipo de relación imaginas entre arte y urbanismo? ¿Qué papel juega el diseño en esa articulación?

El arte y el urbanismo están estrechamente relacionados. El diseño puede ser una herramienta para crear espacios públicos que sean más habitables y significativos para la gente. Desearía que Lima fuese como Medellín, donde existen leyes que obligan a colocar arte (esculturas, murales, intervenciones) cuando se va a aprobar la construcción de un nuevo proyecto. Esto cambia la mentalidad de la sociedad. Por otro lado, mi formación en comunicación social influye en cómo pienso una exposición, como un espacio de percepción, de discurso, de comunidad. Como un espacio de diálogo y conexión con la gente. Quiero que los espectadores se sientan invitados a participar y a reflexionar sobre el objeto artístico. Por eso mi muestra tiene un recorrido que se deja sentir. 


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Geometría sensible propone una relectura contemporánea del cinetismo. ¿Qué elementos del movimiento clásico conservas y cuáles sientes que necesitabas transformar para traerlo al siglo XXI?

Conservo la idea de que el arte puede ser una herramienta para explorar la percepción y la realidad. Sin embargo, siento que es importante actualizar el lenguaje y la forma en que se presenta para que sea más accesible y relevante para la gente de hoy, colocándolo en diferentes materialidades, saliendo del estereotipo de ser observado en una galería. Me faltaría comenzar a trabajar con AI. Pero siento que la muestra convierte al espectador en parte activa de la obra. Me interesa ese desplazamiento del “mirar” al “participar” dentro del espacio expositivo. Me interesa crear ambientes donde la gente se sienta cómoda y pueda interactuar con el arte de manera significativa. Quiero que la concurrencia se sienta parte de la obra, no solo como espectador pasivo. Color, luz y movimiento son los tres ejes centrales y pienso en ellos como una forma de crear un lenguaje visual y emocional. Quiero que la gente se sienta envuelta en un mundo de color, luz y movimiento. Por eso el recorrido inicia con una intervención cinética en el piso y la pared. Ese prólogo visual es una forma de introducir al espectador en mi mundo cinético, cosa que no podía lograr en una colectiva, donde solo expones una o dos obras. Quiero que la gente se sienta atraída y curiosa por lo que viene. Por otro lado, la iluminación diseñada por Arturo Lira amplifica el efecto óptico, la luz es una herramienta fundamental en mi obra. Me gusta pensar en ella como un personaje que puede cambiar la forma en que se percibe el arte. Arturo es un arquitecto lumínico y Kyrios una marca que tiene luminaria especializada para hacer de la experiencia algo trascendental.

 

Tu trabajo reconcilia geometría y naturaleza, orden y paisaje. ¿Cómo se construye esa “abstracción sensible” que evita la frialdad del cálculo y se acerca más a la emoción?

Me gusta pensar en la geometría como una forma de entender y conectar con la naturaleza. Todo lo que nos rodea es geometría, por eso somos tan sensibles a ella. Quiero que la gente sienta esa conexión por medio del arte. Es la idea de energía compartida, casi una cartografía del movimiento humano. Hay una dimensión ética e incluso espiritual detrás de esta búsqueda. Quiero que la gente se sienta conectada con algo más grande que ellos mismos, que sea una forma de compartir energía y emociones.

 

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Intervienes espacios públicos para “humanizar” la ciudad a través del color. ¿Qué esperas que ocurra en el transeúnte cuando se encuentra con tus obras? En realidad, esto ya ocurrió en Barranco, ¿verdad?

La Municipalidad de Barranco autorizó la realización de mis intervenciones de arte urbano en el marco de Barranco Open Studios, tanto en 2018 como en 2024, pero la inversión recayó íntegramente en mí. Si bien conté con el apoyo de dos trabajadores de ornato —expertos en pintura vial—, asumí también su refrigerio durante las dos jornadas de trabajo nocturno, de diez de la noche a las seis de la mañana. Persiste una falta estructural de respaldo al artista, creo que incluso el diseño debería ser remunerado. Pero en 2018 la gestión municipal presentó la obra como propia sin mencionar mi autoría. Aun así, concreté el proyecto porque creo profundamente en la capacidad del arte para transformar la ciudad y a quienes la habitan. A veces me pregunto si señalar estas deficiencias en la gestión pública podría volverse en mi contra. Por ello, muchas veces prefiero guardar silencio y seguir adelante. He presentado el proyecto en otras municipalidades, donde reconocen su valor, pero la respuesta recurrente es la misma: no hay presupuesto. Este año, asumir nuevamente todos los costos resulta inviable. Incluso intenté articular el apoyo de empresas privadas: la marca Kroma mostró interés, pero la limitada variedad cromática en sus pinturas de alto tránsito —solo blanco, amarillo y negro— imposibilita desarrollar una obra matizada y de mayor alcance visual. El 6 de diciembre inicia Barranco Open Studios 2025; sin embargo, por razones de tiempo y presupuesto, no he podido volver a intervenir el espacio público, pese a contar ya con un precedente favorable en el distrito. Espero que la gente se sienta sorprendida y emocionada. Quiero que el arte sea una forma de hacer que la gente se sienta más conectada con la ciudad y con los demás. Que su transitar no sea en automático y tratar que disfruten del recorrido cotidiano; cambiar mentalidades y hábitos. Quizás crear una comunidad que se sume a este proyecto, así la inversión podría compartirse uniendo fuerzas. Por el momento, me toca agradecer a Las Artes Lima, Glejs Maniquíes, Subliprint, Ams Led, Casacolor y Kyrios.

 

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Después de Geometría sensible, ¿qué caminos te interesaría explorar: mayor escala, proyectos urbanos, dispositivos interactivos, trabajo comunitario… o una síntesis de todos ellos?

Me gustaría explorar todos esos caminos. Quiero seguir creando arte que sea relevante y significativo para la gente, y que pueda ser una forma de conectar con los demás y con el mundo que nos rodea. Transformar nuestra ciudad en una galería a gran escala. En mi muestra he colocado dos maquetas de concreto, asemejando edificios; proponiendo vestir las estructuras con colores y formas, serían trabajos en metales que resistan el paso del tiempo y puedan transmutar como piezas de lego, que se dejan transformar de acuerdo a la visión del artista y constructor.

 

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 Galería Martín Yépez, 2do piso

Av. Nicolás de Piérola 938 - Plaza San Martín

Hasta el 6 de diciembre del 2025. De 10 a.m. a 6 p.m.

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