La generación que ve en la oscuridad
- Leyla Aboudayeh
- 1 jun
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 2 jun
La muestra Ver la oscuridad llegó a su fin ayer en Crisis Galería. Reunió a una nueva generación de artistas que, desde múltiples lenguajes, nos invitaron a mirar el presente a través de la incertidumbre, lo afectivo y la sombra.
Por Leyla Aboudayeh

En un tiempo marcado por la incertidumbre, el colapso de sentidos y la sobrecarga visual, una generación de artistas jóvenes mira hacia la oscuridad. Pero no para temerla, sino para habitarla, para pensar desde ella. Ver la oscuridad, exposición colectiva curada por Mijail Mitrovic en el nuevo espacio de Crisis Galería, reúne obras inéditas que, desde la pintura, la escultura, el dibujo y la instalación, ofrecen una lectura afectiva y crítica del presente.

Este proyecto no parte de una consigna, sino de un proceso compartido. Mitrovic, antropólogo y curador, acompañó a los catorce artistas a lo largo de múltiples conversaciones. De allí emergen obras profundamente materiales, pero también cargadas de preguntas sobre cómo percibimos, qué elegimos ver, y qué permanece oculto en nuestro tiempo.

Desde la contundencia táctil de las esculturas de Camila Cáceres —que modela figuras de arcilla y vidrio fundido con nombres extraños como Lete, Galefón o Aqueronte, evocando un universo de símbolos herméticos y mitologías personales— hasta las piezas frágiles y oscuras de Harumi Kusen, que combinan óleo, grabado y escritura automática sobre superficies metálicas intervenidas, el recorrido es denso y envolvente.

Entre las propuestas destaca Nadia Arce con Lámpara (2025), una escultura de resina que reemplaza la luminaria por una masa de pelos. El objeto, familiar y funcional en apariencia, se vuelve inquietante al confrontarnos con una presencia orgánica donde debería haber luz. Esta operación simple pero radical desplaza el sentido: en vez de alumbrar, la lámpara oscurece, incomoda, invoca lo corporal reprimido.. Krizia León Porta trabaja con tiza sobre papel, y sus Sp. Indet. (abreviatura científica de “especie indeterminada”) parecen evocaciones de organismos aún por nombrar, imágenes que resisten ser clasificadas. Por su parte, José Salazar tensiona lo espiritual y lo cotidiano en pinturas como Presencia / Memoria o Visión de ángel II, donde lo sacro se vuelve íntimo y silencioso.
Hay también ironía, como en la obra de Miguel Ángel Polick (C.C. Fortuna), y referencias a paisajes industriales contaminados, como los que pinta Fernando Nureña en La Oroya. El catálogo incluye además obras de Italo Crovetti, Benjamín Cieza, Kinshiro Shimura, Mariel Rolwing, Rafael Mayu Nolte, Stefano Campodónico y Camila Cáceres, entre otros.
La oscuridad que habitan no es solo una metáfora: es materia, es tiempo. Como sugiere Mitrovic, “los trabajos presentados son una metáfora relativa a la visibilidad del mundo […] de la posibilidad de ver más allá del presente”. Pero aquí son los propios artistas quienes activan esa posibilidad. No ilustran una consigna, sino que, desde sus prácticas, desde la complejidad de lo visual y lo táctil, nos enseñan a mirar de otro modo.

En un contexto que exige respuestas inmediatas, Ver la oscuridad propone otra cosa: una pausa para pensar. Como escribe Georges Didi-Huberman, “no siempre hay que mirar donde se ve más claro, sino donde la imagen se resiste”. En esa resistencia está el gesto de esta generación: orientarse sin mapa, mirar en penumbra, ensayar formas nuevas de sentido.
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